Bienvenidos

Bienvenidos a la realidad del mundo irreflexivo, bienvenidos a la orilla del mar nocturno con el que divago continuamente, bienvenidos al eterno nombre, a los sueños, a la luz, al tiempo. Bienvenidos...

martes, 3 de noviembre de 2009

De regreso al Feedback

Te alejas un poco, y crece una ola de recuerdos. Hasta la luna se pone de acuerdo contigo, para tratar de asesinarme en este mar de nostalgias, de sobrepesos y equipajes. Yo creo que tú has marcado algo más que estos días, con tu especial sello de cariño, sonrisas y pequeñas sorpresas deliciosas, tan dulces como nuestro pastel favorito.

Te alejas un poco, y ahora no soy yo la que huyo, me quedo quita esperándote, aguardando tu regreso. Sentada en el crepúsculo contemplando las olas y las nubes que forman caminos misteriosos en el cielo de los tiempos y las predicaciones. Hay tantos sueños que quisiera encontrar, y tantas esperanzas qué contemplar día a día. Suspiro de felicidad, y este gozo es tan delicado, como el despertar más nítido.

Te alejas un poco, corazón, y desepero. Contar quisiera los días que sueño seremos felices. Contar quisiera las palabras que se han acumulado para compartirte mi felicidad, en estos días de espera, en estas noches de nostalgia. No puedo menos que dibujar tu nombre y tratar de encontrar tu acento en el eco del tiempo, y todo esto, forma el cuadro más tranquilo que mis pupilas jamás sintieran.

Quiero gritarte que te amo, despedazar mis formalismos y ataduras, para correr lejos, sin preocupación, y tener el placer de simplemente disfrutar de la vida, amar a Dios, tener un hijo.

Te alejas un poco, y siente mi alma la embriaguez tierna que provoca el vino más dulce. Vivo inmersa en ti, dependiente de tu tiempo, prisionera de una promesa de esperanza y vida, de un sueño tripartito, de unas letras que no conocen rumbo o dirección, muy lejos de tus pasos...

Simplemente, te suplico, no te alejes...

martes, 25 de agosto de 2009

Felicidad en ayunas

Dicen que la felicidad en ayunas es buena
para el corazón
anemias, desmayos, fatigas
e incluso cáncer de pulmón

Yo a menudo enfermo de distancias
Y me auto-medico de tu felicidad
Quiero dosis más y más constantes
aplicadas en perfecta puntualidad

Qué mejor que felicidad en ayunas
Teniendo vacío estómago, mente y corazón
se reponen los sueños cansados
y hasta el aliento recobra su vigor

Dicen que la felicidad en ayunas es tan dulce
que su dosis es sólo “un montón”
su tiempo de ingesta es “siempre”
y el tratamiento “no tiene limitación”

lunes, 17 de agosto de 2009

La otra flor de Lis

Tal vez Mariana se parece a su abuela, que también se llama así. Y es que su estilo y educación francesa y burguesa, permite comprender el mundo diferente a sus semejantes educados en los países de habla hispana, donde ella vive. La cultura francesa consiste su actividad en función de la libertad, misma que no se ha ganado solamente en la revolución francesa, ni en el pensamiento de Rousseau o Montesqiu, sino en el arte de vivir sin prohibición de espíritu, un arte aprendido mucho antes de la época de Descartes, Carlo Magno o el tratado de Verdún: en la época mítica de las pinturas de Lascaux y de Font de Gaume, mismas que se conservaron en el sur y lo más alto de los pirineos.

Mariana ha aprendido mucho de su abuela, ha leído varios clásicos de aquel país: Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Diderot, D´alembert, Baudelaire, Voltaire, Rousseau, Artaud, Ducis, La Fontine, Zola. Hasta los contemporáneos y modernos como, Cocteau, Camus, Sartre, Mauriac, Barthez, Strauss, Foucault, Althusser, Derrida. Todo lo aprendía, recitaba cada letra del abecedario literario de ese país tan hermoso.

Soñaba también con poder contemplar de vuelta la vista del Río Sena, ó tocar con la mano izquierda el Garona de los Pirineos centrales y con la derecha el fresco envolvente de Toulouse. Volar en sus fantasías hasta Lyon y poder caminar sobre las aguas del Ródano hasta llegar a Marsella.

Tantos anhelos, tantas aventuras. El impulso que sentía su alma por acariciar la libertad de su naturaleza, sus orígenes, la hacía contemplar aún más el cielo completamente azul, como recuerdo feliz de la profundidad del mar, si tan solo pudiera volar…o basta con flotar en las aguas, como barco en vela y así poder llegar a su destino, donde no existe la prohibición de su ser, ni mucho menos está atada a la esclavitud del “otro”, ella quiere amar a su prójimo, pero antes quiere disfrutar ser “ella misma”.

Ha comprendido Mariana que algún día debe comenzar ese viaje, sola, aislada de los demás, anacoreta de su destino y filósofa de su alma. Es por eso que también ha leído sobre el medio oriente, porque algo en ella dice que sus ancestros provienen de ahí, la historia hace memoria de ellos y el sincretismo del mediterráneo le da la razón. No puede contener el éxtasis de la sabiduría, Mariana no busca logros, más bien encuentros sencillos y detalles generosos de la vida.

La niña está creciendo, antes mentía excusándose en su amiga, ahora simplemente actúa siguiendo su potencial volitivo, quién la guiará a su destino. ¿Para qué buscar a Sócrates, si en la aventura puedes descifrar su tumba? Ahora el libro ya cumplió su función de hacerla soñar, es momento de vivir la utopía.

Así como Siddhartha dejó todo por comprender el dolor de él mismo y los demás, de la misma manera, Mariana debe emprender su viaje para regresar transformada e iluminada de la sabiduría, más no pretende ser como Salomón.

Pretende revelar el secreto de los upanishadas, descifrar los códigos orales de los Rishis. Así podrá afirmar que tan trascendente o mentiroso era Gautama. Basta una simple reflexión sobre el Atman y el Brahman, para comenzar con la lucidez de su espíritu. Ahora está consciente del universo, conoce sobre la historia de la revelación del apóstol Pablo y la conclusión del dolor del Buda. Pretende llenar el vacío de su anhelo con retórica del corazón y el discurso de la justicia divina y la humanidad vulnerable. Disfruta la trayectoria de una mariposa o las gotas del rocío de una orquídea. Puede contemplar detalles de su entorno, conectarse con la naturaleza, meditar en un árbol.

Se convence día con día que emprender ese viaje puede significar un “no regreso”, porque ha sido persuadida por la magia del entorno, de lo pequeño, lo amable y eterno. Todo está lleno de vida. Es un solo ser con la naturaleza. Vale la pena la aventura.

El espíritu rebelde de Kálil Gibrán le ha enseñado a no regresar atrás- ya estás lista Mariana, has leído, creído, amado, probado; pero te falta verlo, tenerlo, disfrutarlo, saberlo- ¿Por qué regresar, cuando en realidad ya has llegado a dónde te habías perdido? La tentación de la trascendencia estupefacta todo su ser y su sangre se estremece y se parece a un líquido de argento. Que mayor dilema que éste.

Los ojos de ella delataban estupefacción. Sus manos en las mejillas ruborizadas por el miedo y la valentía, hacían cierto contraste con los rayos de luz; como pelusas de sol rodeaban su rostro; el suave viento jugaba con el vaivén de la cortina color ocre. Mariana seguía contemplando el horizonte en la ventana. El sonido de algunos pajarillos en el techo ayudaba a serenar el sentimiento de éxtasis por la trascendencia.

Su mirada se entretiene con el volar de una hoja, tal vez arrancada de algún libro francés olvidado o poco leído. Superar al destino en la búsqueda de su ser y en la aventura de su identidad. Galia esperaba con todo su Versalles abierto solo para ella.

Aunque Francia representaba la llegada a la libertad y a la obtención de su sabiduría; sin duda superaría a Sofía, ya que ella no comenzaba con los griegos, sino se iba a las raíces de lo oculto del alma y de la historia del saber universal, ella partía del mismo huerto del Edén.

Un viento gélido entró por la ventana que congeló hasta sus pensamientos, alguien toca la puerta, la joven Mariana mira con detenimiento quién se acerca. Un joven de tez morena y cabellera larga, de forma sigilosa abre y mirando de frente a ella, le pregunta -¿Quieres salir a caminar conmigo?-...

Jaren

miércoles, 12 de agosto de 2009

Armado, Hernán, Xochilt y yop


¡Muy lindo día! Lo mejor de este verano. ¡Gracias chicos!

A contra luz

Mariposa-marina

Soy una mariposa atrapada en un barco en altamar
Soy un canto de Agosto
Un pequeño grano de sal
Mis alas se disuelven con el sol
y crece la tentación de naufragar

Ya no siento el cálido beso de la tierra
sólo estas cosas húmedas y vibrantes
Ya no siento el vaho presuroso de los ríos
sólo este fragor interminable
Mar inagotable
Sueños de cristal-azul

Doy vueltas siempre por los mismos lugares antiguos
Hasta parece que nunca existió un pasado
que no conocí las flores
que nunca bebí los néctares puros de la vida

He olvidado cómo se siente ser libre
he perdido la cuenta de los días que no llegan
Me he atado a este viaje interminable
donde la esperanza no espera
donde la vida no aguanta
y la sed me desespera

¡Cuánto daría por naufragar!
y fundir mi ser entre estas cosas bellas
que los destellos de mis alas ya no palpiten
conocer profundidades marinas
Y vivir la realidad que me fue negada
desde que fui concebida mariposa

Más, sigo entre estas cosas antiguas
viendo pasar el tiempo
y la tierra que no se ve
y los años
Mi corazón se ha quedado quieto
hasta parece que hiberna
Mis alas ya no son alas
sino una tibia cobija para mi cuerpo
Mis ojos están cortados
en miles de fragmentos de luz
hasta creo que he quedado ciega

Ahora tengo muchas dudas
y quiero saber desesperadamente
si sigo siendo mariposa…

sábado, 25 de julio de 2009

Súplica de un pájaro herido

¡Si acaso estuviera exenta de sentirte como te siento!

Si acaso la fuerza de mi cuerpo fuera suficiente para desposeerte, para alejarte, para arrancar de mí los recuerdos, el paso dormido en la húmeda fronda de luz nocturna, el olor a tu calor en ese lugar especial de lamentos y desolaciones.

¡Si acaso estuviera exenta de morir, como ahora muero!

Dijera que los días fueran más fáciles si acaso olvidara yo tu sombra, y deshiciera el hechizo que dejó en mi tu voz, el argento manantial inconfundible, tu voz de todas las edad perdurando gloriosa a través del tiempo, tu voz que me aprisiona y me libera.

¿Acaso no notas mi delirio? ¿Acaso no puedes ver cuánto te deseo?

Es como si con mis manos quisiera alcanzar un sueño. Herir aquellas horas cuando te conociera, cuando por vez primera tu voz hiciera en mí raudales de cálida presencia, y no pudiera dormir aquella noche pensando en ti, sí, aquella vez primera, cuánto desearía herirla.

Acaso nunca supiste que busqué todos los recovecos posibles para entrar a tu vida, para dirigirte por primera vez la palabra, que fue un triunfo glorioso la primera carta que tú me respondieras. ¡Cuánta muerte estrecha contra mi pecho este naufragio! Porque a la par de tu dulce presencia, del mágico hechizo de tus ojos, estuvo el tiempo, el tiempo que consumió mis alas, mi poesía, mi verdad, que me dejó vulnerable ante el mundo.

¡Si acaso pudiera! Volvería a aquel tiempo en que te tuve cerca, y desgarraría el silencio, sabría que habría valido la pena con contemplar una sóla mas de tus sonrisas, con saber exactamente tus pensamientos. Pero ahora, ahora siento morirme. Es triste volver al río de la oscura depresión, al lodo que antes fue un manantial, a la pureza que antes me transmitieron tus ojos.

¡Oh, si tú pudieras por un segundo más seguir sosteniendo mi mano hacia tu destino!

Quizá no te buscaría desesperadamente a cada segundo del día, quizá no le preguntara constantemente al viento por tu bienestar. ¡Cuánto creí olvidado bajo la tumba de otros besos!

Y sin embargo, nunca has sido completamente mío, como en mis sueños. Eres ajeno, siempre lo has sido. Escurridizo como el viento, cuánto hubiera dado porque tu presencia sea constante y lo suficientemente fuerte como para convencerme de tu camino. Sí, lo imagino, vuelvo a ti, acaso hubiera dado todo por vivir un día de todo lo que he soñado contigo. Pero sigues lejos, sordo a mi llanto de confusión en esta noche, en estos días, y en los muchos años que vendrán al frente. Tengo temor de confundir mi vida, lo cierto, mi amado, es que has destruido todos mis planes, has roto la muralla que tenía edificada contra mis miedos, y todos regresan, no uno por uno, sino juntamente gritando rebeldía.

¡Cuánto diera por estar mi vida exenta de ti, de tus recuerdos!

Cuánto pagaría por acabar mi conspirar contra tus pasos, para tratar de retenerte. Si supieras que lo que más anhelo es verte libre. Libre de estas palabras de arena, que son enemigas del viento. Sé libre, destruye tú, con tu bondad, todo lo que yo no puedo con mis propias fuerzas. Te suplico vengas una vez más a mi mano, y asesines paulatinamente cada recuerdo, hasta dejarme sin memoria, sin olfato o gusto, incluso, hasta que ya no pueda reconocerte.

Ven pronto, y toma venganza de los días perdidos, y las letras muertas y la tristeza esparcida en lágrimas, venga tu memoria contra mis sueños, despedaza todo lo bueno que aún queda, que la esperanza es lo que más me lastima, el seguir pensando que puedo regresar a vivir lo que me fue negado desde un principio, por tu silencio.

viernes, 24 de julio de 2009

Lo sé que no lo sabes...

Sí, lo sé que no lo sabes
aunque tus palabras intenten tranquilizarme de lo contrario

Lo sé que no lo sabes
porque compartes conmigo esa dura expresión
que deja a su paso el discurrir del tiempo

Lo sé que no lo sabes
porque ignoras las canciones de mis ojos hacia tus manos
las caricias de mis suspiros hacia tu pecho
la dulce conspiración de mis pasos

Lo sé que no lo sabes
porque te quedas inmovil
atado a tus miedos
e intentas convencerme de lo contrario

Lo sé que no lo sabes
y finges saberlo mientras pienso que era cierto
mientras me vuelvo a cobijar de tu luz
y desconcierto cada precepto incólume

Lo sé, no lo digas que sabes
porque no sabes siquiera que atentas contra mi salud
y la tranquilidad de las estrellas por la noche
porque atentas igualmente contra mi silencio
y me haces retroceder muchos caminos

Sí, lo sé que no lo sabes
que he estado perdida en verdad
y ahora confundo las cosas en mi vida
que has removido escombros pesados de mis hombros y caderas

Que te marchas y ya no puedo con tanta desesperación
Que no sabes siquiera lo que siento...

lunes, 20 de julio de 2009

Recuerdos dialógicos

He despertado y hasta la luz de mi ventana se hace más diáfana y transparente.
Mis caminos no conocen más que esa sensación de irrealidad de los sueños más dulces.
Me guardo todas las palabras.
Todo lo que contemplo se vuelve largo y profundo en mi silencio.
Mis ojos consumen cada partícula de luz que avanza.
Y mis manos tocan aquel mundo antes desconocido.
Inauguro nuevas fronteras para la fantasía.
Recorro de nueva cuenta mi vida.
Todo amenaza con estar de pie, sonriendo a mi lado.
Yo no aguanto tanta frescura en mi alma
y siento la necesidad de correr cerca del mar para contarselo todo.
Pero me detengo en esta canción sostenida.
Recorre mi piel esta lisa y etérea consistencia de las cosas.
Me deleita mi nueva condición de divagación diurnia.
Y para asegurarme que esta escena no termine pronto
escondo la llave de mis secretos bajo mi pecho.
Observo que no falte ni una sola de tus palabras.
Sólo entonces sonrío tranquila.
Adelante van las mariposas, miles de mariposas.
Adelante está la vida y el mar y lo desconocido.
Guardo silencio y contengo el aliento.
Llega hasta el fondo un murmullo:
...Zamora...

"Te regalo un concierto de sonrisas
Y mi cara lavada con tu aura
Te regalo una orquesta de gemidos
Y ponerle sentido al sin sentido
Te regalo una copia de mi llave
Para que me abras con confianza el alma
Te regalo un pasaje hasta mi almohada
Para que sea mi cuerpo tu parada
Soy tuyo
Como tuyo solamente mis caminos
Como tuya la escalera mi delirio
Soy tuyo
Como tuyo es el silencio que me duele
Como tuyo es este fuego aunque me queme."

martes, 2 de junio de 2009


En memoria de Tostada
+ Q.E.P.D. mayo de 2009

Murió

Murió.

Entre mis manos quedó su endeble cuerpo sin fuerza. A penas respiraba. Murió como se consume la paja en medio de la tormenta de fuego, rápidamente, sin vacilaciones, apenas esa chispa rojiza, estrella de luz, alcanzó a vibrar en el firmamento.
Débiles pasos, tambaleante, su cuerpo diminuto, sin fuerza, reflejaba en sus ojos la nítida expresión de la agonía, el umbral del más allá en lo etéreo de sus respiraciones.

Murió. Y no me queda más que escribir mi dolor. No encuentro lágrimas, sino palabras que se transforman en amargura de mis labios y de mis pensamientos, en un hueco sin fondo de oscuridad y ansiedad, en un camino sin retorno.

Se quiebra mi pecho al pensar en esta luna tibia, azul como el mar, en el viento claro y perfumado, en esta noche perfecta, en esta noche donde su cuerpecito aún caliente reposa, ya sin vida.

¿Qué será de ti en la soledad? ¿A quién observarán tus pequeños ojos bajo las estrellas? ¿Cómo cantarás tu memoria, para que no se borre con el polvo del olvido? ¿Quién descifrará en el mutis de tus labios la transfiguración del espíritu, de la muerte a la vida?

Murió. Y era aún más pequeño que un bebé, era un ser perfecto, vivaracho, con la bendición de la vida en medio de la turbulencia de las circunstancias y las imperfecciones. Era la sombra de mis pasos en toda la casa, era el sonido de su voz como un alegre toque de cascabeles, siempre tierno, siempre puro. Aceptó con ternura todas sus desventuras, incluso parecía no reparar en ellas, las ignoraba con quien vislumbra una bandera aún más sublime en el efímero canto de la vida.

Murió.

Quedó entre mis manos, en los últimos estertores de la muerte. Sentí partir con él muchas esperanzas y deseos, muchas canciones. Queden estas letras como memoria de cuánto te amamos y cuidamos de ti, de cómo se deshizo mi alma juntamente con en el silencio de tus dolores.

Descansa por siempre, y enséñame la lección del morir para obtener vida. No estarás solo, estás en mi memoria, en mí ser, en la sombra de mis pasos por toda la casa, en el olor de estas noches de luna tibia y azul, en las canciones del tiempo.

sábado, 21 de marzo de 2009


Cuánto silencio...

Sobre la eternidad de las cosas

Miro el mar dentro de mí, su azul reflejo escapa por mis ojos e incendia cada cosa a mi paso. Así mis lágrimas me demuestran que hay una vida extraña, creciendo como el mar bajo la caricia de la luna, dentro de mi pecho.

Así como el mar estalla en sus cóleras marinas, mi conciencia ha comenzado a levantarse y a reventar frenéticamente contra las rocas, ha destruir todo a su paso, a consumir mi aliento, a derribar el alcázar que me protegía, a beber de un solo golpe sus paredes de mentira y traición, a naufragar mis naves de pecado y orgullo, a dejar el mar completo, neutro, sin nada más que un poniente inconcluso.

Siento alejarse de mí la tierra firme, incluso la firmeza de mi voz es menguada. Pienso en hundirme, llegar al fondo del mar de mi alma, perder el sentido de las cosas que antes había creído como verdades. Y acaso ahí, en el fondo de su azul reflejo, sin respirar, sin sentir, sin soñar, pueda encontrarme a mí misma.

No queda dentro de mí ningún vestigio de ser lo que solía, sólo el sol, que sigue besando la veste de mis mares, que sigue incendiando mi pecho cada poniente o cada vez que el cielo estalla en amaneceres. Pero qué queda dentro de mi mar, ¿algún barco víctima de mis naufragios?, ¿algo de vida?, ¿Dónde quedas tu, pequeña estrella de luz que sólo asoma bajo la protectora oscuridad nocturna? ¿A dónde viajas cada vez que este sol me deja al descubierto los daños que provocan en mí los huracanes de mi inexperta vida?

¿Dónde quedas tú, mientras el sol quema mis pupilas, mientras grito en este espacio tan grande y parece que nadie me escucha?

¿A dónde caminas -mi astro, mi guía, mi luz- cada vez que los muertos suben a la superficie de mis ojos?

¿Porqué me siento tan sola, en este lugar solitario, entre mi solitaria alma, encerrada en un mundo de soledades?

¿Acaso habrá alguien más aquí presenciando cada respiración mía?

Pero te intento escribir a ti, que me has enseñado muchas cosas, que me has hecho creer que puedo ser yo misma en este mundo donde todos son nadie, a ti que me hablas con voz dulce y tranquila, a ti, que me ofreces el agua afable de tus ojos para que no muera de sed. A ti que nunca me regalas flores porque comprendes mi condición marina, a ti, estrella que me has escogido y te he escogido entre toda la multitud celeste…

Dime porqué te pierdes, en donde te escondes, pues es en este preciso momento que te necesito, mientras el sol me señala cada trazo mal hecho en las arenas de mi historia, cada palabra mal usada, cada beso mal entregado, cada sonrisa egoísta, cada mal amanecer, cada minuto de ira.

Acaso quiero esconderme contigo. Y también disfrutar la oscuridad que te acompaña, y dejar de estar en este mundo de soledad, encerrada en mi misma, embebida en mi dulce infierno, en mi memoria. Acaso también el futuro se está trazando como un camino de fuego, donde las flores del dolor ya están abriendo el cáliz de sus pétalos y la sombra del paso de los árboles es venenosa para mi sonrisa. Acaso te alejes cuando emprenda la senda. Acaso me aleje yo misma…

Tengo que reconocer que te amo, que el dulce y afilado acento de tu voz me hace sentarme a contemplarte. Pequeño átomo de luz entre mi cosmogonía. Me agrada tu noche, me agrada el perfume que brota entre tus brazos, me agrada sentarme en cualquier lugar y sólo contemplarte y sentir que mis pupilas son benditas al tocarte, y no mirar nada más que tu rostro, no saber de todo lo que pasa afuera, sino confiar en que estaré segura contigo mientras el velo de la noche me sostiene.

Pero ¿Cuánto tiempo más durará la nítida esencia de esta noche en mi piel, si cada segundo va preparando en el firmamento el estallido del amanecer? ¿Qué hacer si te tengo sólo la mitad de mi vida, la mitad de mi senda, la mitad de mi sonrisa? ¿Qué hacer con mis manos que anhelan tocarte y nunca podrán hacerlo? ¿Qué hacer con los sueños, ángel mío, cuando llega la luz del sol a desmentirme de todo lo que miré en la penumbra nocturna?

Cuando comienza a levantarse el sol y el cielo se va ensangrentando, así también los pasos de mi alma se unen a la crucifixión inevitable de mi destino, allá al final del horizonte, allá al final de mis ojos, en lo profundo de mis insondables adentros, allá en mi misma.

Y la marea sube.
Y los vientos crecen en adversidades.
Y mi amor vacila mientras camino entre los escombros que me ocultó la noche.
Y mis pies están cansados de llevar tantas ataduras
Y mis ojos son cegados por el brillo del sol
Y mi alma tiene miedo de mirar
Y tengo sed de verdad
Y no te encuentro
Y te amo…

Creo hacer mi barca con tu voz
Pero pronto descubro que sólo hace ruido el viento.
Creo que encuentro la verdad dentro de mí
Luego llega un nuevo aire a desmentirme de las mentiras
Creo que te veo si siembro la mirada en el cielo
Pero es el sol un astro muy poderoso y me lastima cuando lo intento
Creo hallarte cada ocaso entre los escombros del día
Y siempre estás ahí, fulgurando, sonriendo, amando, hablándome lejano
Creo tocarte cada vez que extiendo el brazo, pidiéndote a gritos
Sin embargo, tu blanca luz nunca podrá ser contenida en la cuenca de mis manos

Es ahora la esperanza de encontrarte cada noche lo que no me hace desfallecer, es sólo la esperanza de sentir un poco de la brisa de tu noche lo que me hace no detenerme a descansar y no rendirme…

Sólo imagina lo que será de mi cuando caiga la noche y no te encuentre entre todas estas estrellas…

amigos

Señor amigo de todos:

Te ruego por mi amigo y por mí.

Qué seamos capaces de decirnos la verdad el uno al otro aunque duela.

Que tengamos suficiente valentía de perdonarnos el uno al otro, hacer los defectos más insignificantes.

Que despertemos una mutua confianza.

Que no busquemos la perfección absoluta en el otro, sino que nos demos cuenta de que ambos somos de barro, y que nos rompemos fácilmente.


"Parada en una esquina, con mi guitarra sin cuerdas,
rota y vieja, esperando a que la gente escuche las
melodías que toco... Es ahí cuando más larga es la esperanza"

Carta Condenatoria

Puedo escribir una carta cuyas letras corran hasta el mar.
Puedo escribir sobre la angustia de mi corazón esta noche, y hacer una armonía plagada de dulces suspiros.

Pues quisiera escribir sobre ti, porque me hace un poco más triste pensar en tu rostro esta noche. Creo que es por mí el mayor dolor, gracias a mi puntual e infalible inoportunidad.
Pienso en ti, y el mundo se me ilumina, pero contrasto mi realidad con mis sueños y retorno a este camino de sombras.

Eres el milagro más patente que ha llegado a mi corazón en estas fechas, pues has sido la frescura que ha impedido desfallecer de sed a mis sueños.

En la tierra de mis esperanzas, antes de ti, todo parecía perdido. Y no podía elevar la vista al cielo sin encontrar, a cada paso, mis pies heridos de espinas.

La soledad me impuso fronteras.
Y fue ahí, en un lugar intransitable, donde pronuncié tu nombre.
Entonces pareció mi voz recordar su canto, y parecieron mis alas reconocer los cielos.
Entonces mis ojos pudieron ver las estrellas y lavar en sus aguas azules todas mis heridas.

A partir de ti el mundo pareció renovado, y aún lo parece, como esta noche que miro mi ventana y encuentro una ciudad apacible y luminosa bajo la mano de la oscuridad, y siente mi corazón también romperse en fisuras de luz, sólo por recordar tu nombre.

E imagino lentamente la beatitud de tu imagen en mi camino, y algo dentro de mí se estremece.

Muero al pensar que tu luz me iluminará de paso, por unos días, por unos años, y luego te irás por siempre, para siempre, a un lugar para mí inaccesible.
Y perderé tu corazón, y se hará otra vez la noche en mis canciones.
O incluso yo misma me vaya por siempre.

No existe material lo suficientemente sensible para retratar tanta armonía de cristales.
Lo cierto es que tengo un ansia incontenible de jurar eternidades y sellar pactos en mis puertas. Y recuperarte con mi voz del infinito. Y conservarte a mi lado por más tiempo del que pudiéramos contar con tu vida y la mía.

Y conocer, bebiendo del agua del tiempo, lo que es el amor serenado en la gracia de los sueños.

Pero es impropia, casi ilegal, mi forma de compartir estas palabras. Tu amistad me merece más respeto. Mas, hay algo que ninguna ley me evita sentir, y no puedo callarme, ni bajar los ojos, ni pensar que ya has declarado perdida esta guerra.

Por ti, pudiera declarar perenne la primavera.

Pero me sigue pareciendo impropio que no llegues nunca a entender mis palabras. Y yo me quede por todos los años con mi cuenta de cobardías a cuestas, para calmar mis sinrazones. Pero toma en cuenta que a veces es más sabio el silencio, y lo impronunciable tiene más palabras para llegar a tu corazón.

Por ti, incluso podría acabar con la maldición que me persigue.

Sin embargo, creo que ya he dicho demasiado. Y vuelvo a pensar en un principio, con temor de contemplarte, con ganas de aprisionarte y arrebatarte de la lejanía que te esconde.
Yo estoy bajo la noche, mirando la ciudad y presintiendo que algo en mí busca un atajo menos doloroso hacia la muerte.
Porque sospecho que partirás tan lejos que mi voz no volverá más para continuar tu camino, que olvidarás estas débiles letras que tiemblan de frío, igual que mis lágrimas, igual que las estrellas en el cielo de la noche.

E imagino entonces que se derrumbarán muchas puertas, y acabarán muchos soles, y morirán muchas flores, todo sin canción de despedida.

Quizá mi locura esta noche es como un fuego arrebatado que presiente que su alimento se consume, y pronto declinará su fuerza.

Quizá sean mis palabras esta noche como el mar, por tan hondas de soledad, tan inmensas de lejanía, y tan impotentes de nunca conocer más de cerca aquella tierra que siempre miran, que apenas tocan, que la presienten, pero que no la conocen.

Quizá sea hoy este sentimiento que me hace morderme los labios, el mismo que decida mañana mi suerte. Pero ten en cuenta que mi amor, como fuego inconsumible, como mar inexplorable, permanecerá encendido a lo largo de la historia de una vida, dando color a unos pasos, y dando un poco más de paz a todo aquello que se siente extraviado.

Aunque te alejaras, por ti he mandado quitar el nombre de todos los caminos…