Bienvenidos

Bienvenidos a la realidad del mundo irreflexivo, bienvenidos a la orilla del mar nocturno con el que divago continuamente, bienvenidos al eterno nombre, a los sueños, a la luz, al tiempo. Bienvenidos...

viernes, 27 de junio de 2014

Sobre la interacción humana

Fragmentos de luz. Pedazos de significado desperdigados por todos los caminos de la vida. Astillas en la memoria. Cosas que aún duelen en los sueños y en el silencio.

En noches como esta mi alma vuela. Me embriago en un desfile de poemas; mis letras escogidas, de continuas revelaciones y el sabor de las heridas. A veces construyo embarcaciones de canciones, floto sobre el agua de los días, sosteniendo extrañas certezas que me fortifican.

Otras veces, como hoy, me es concedido acceso al corazón de mi propia conciencia; donde no hay más cobijas ni espejos; donde crecen con los días estalactitas de azul, espacios sin luz, estatuas de sal, banderas blancas y decretos de rebeliones.

De cara a mí misma descubro los territorios en los cuales naufrago voluntariamente. Ya no hay buenos ni malos, ni vencedores o vencidos, conquistados ni conquistadores. Sólo una multiplicidad de actores peleando la batalla de la vida, amordazados en sus constructos, anhelando vuelos siderales y empuñando las armas de su propia lógica y conciencia.

Lo cierto es que la interacción humana es como un par de piedras de sílex, cuyo choque produce fuego. Siempre despreciaremos los golpes, pero amamos el calor de vida del fuego durante la noche. Lo cierto es que comunicamos por el placer de entretejer la vida con más vida y de extender los sueños con otros sueños.

Frecuentemente, al pensar en esto, deseo huir a las profundidades del mar; construir una realidad alterna sin referentes previos; desarraigar las necesidades imaginadas e impuestas por el consumo; abstenerme de emitir etiquetas sobre la verdad; desestructurar el vacío y decodificar la llenura de la ausencia. Mas, nunca me ha sido posible franquear más allá del umbral de mi puerta.

Me repito: "no requiero una realidad alterna, sino sobrevivir a esta  realidad que pesa y duele; perdonar y seguir amando; no establecer límites al asombro ni dibujar verdades cuadradas; aprender a vivir con lo que me tocó y trascenderlo; darlo todo; servir en todo tiempo; entretejer a mi medida una imagen donde encarne lo que deseo ser, soy y he sido, sin entretelones; abtenerme de la infelicidad y de la angustia; mirar a los otros nunca esperando hallarme a mí misma; cazar luciérnagas por la noche; desnudarme del miedo".

Entonces comprendo que la interacción humana tiene qué ver más con nosotros mismos. Me atrevo a caminar hacia la puerta. Franqueo mis murallas. Huyo.

Entonces miro el cielo bajo la noche. Acá afuera la vida es más simple y sin contradicciones: hay golpes de piedra y fuego, mares con naufragios y rosas con espinas. Pero siempre, es más bello el calor del fuego durante la noche.