Bienvenidos

Bienvenidos a la realidad del mundo irreflexivo, bienvenidos a la orilla del mar nocturno con el que divago continuamente, bienvenidos al eterno nombre, a los sueños, a la luz, al tiempo. Bienvenidos...

jueves, 18 de noviembre de 2010


...
A veces miro el tiempo que se ha marchitado.
Una lista de cosas que he hecho, y otra de cosas que he dejado de hacer.
Me recuerdo jovial, azul, con un ligero aroma a sal de mar, y en el pecho un corazón desbordante de aventuras.
Miro el tiempo, y no encuentro ningún punto de azar.
Tomo con mis manos cada canción silenciosa. Recuerdos del sur y del norte, confluyendo en el mismo abrevadero del camino…
También me recuerdo oscura, atardecer púrpura y temor, y en la mente un gran vacío de ti.
A veces camino aladamente sobre mi memoria, con los dedos apenas perturbo la quietud frágil de mis espejos. Era yo, o acaso no era la misma. Sólo sé que estos ojos han contemplado más amaneceres a tu lado, y no entiendo las razones. Sólo sé que aquí has estado.
Más del tiempo que he vivido se desdibuja al horizonte. Luminosa rueda de luz. Destino. Fatalidad. Bendición. Una sola rosa sigue incólume en mis desiertos. Aunque cada día que pasa, y cada vez más, parece más lejano el límite de estos infiernos de ámbar.
Mis palabras ya no corren hacia el mar. Se quedan aquí, quietas. Me observan mientras yo les obligo a que marchen lejos y me traigan noticias, buenas nuevas, alegres memorias de los años que transcurrieron sin que yo los recuerde.
Pero mis palomas mensajeras se resisten a tan grande viaje. Empresa arriesgada. Traer el olivo de tierra firme en lontananza. Mi mirada ha quedado pálida, azul, fija en el horizonte. Cada día que pasa he esperado tu regreso. Tu tiempo en mis horas. Cada susurro de tu pensamiento en mi pensamiento.
A veces miro el tiempo que se ha marchitado.
Me recuerdo aquí, en este mismo sitio, me recuerdo en este momento de mi historia.
Y entono viejas canciones apenas conocidas. Me embriago de la felicidad que me embriagaba cuando pensaba que sería hoy lo que puedo ser yo misma.
Se abre un camino rodeado de puertas. ¡Vaya, cuán difíciles son las decisiones! ¡Cuán pesadas son para mi corazón, como un libro de sentencias!
Cuánta indeterminación brota de mis fuentes. Pensar que te perdí en un día como éste. Ya casi no te recuerdo, por eso me agrada que de noche en noche regreses a verme. Y me platiques tus asuntos interminables. Toques para mí un poco de piano. Suave. Luna. El mar.
Una pequeña niña marcha a tu lado, pero la has dejado fuera. Tal vez por eso siento que soy lo que nunca fui. Y me redescubro aquí: sola, desnuda, sin ti. Cercada de fuego. Me duele un poco la cabeza. Las ideas marchan lejos. Fuerza centrípeta. Retorna un viejo piano que alguna vez deseé para ti. Hasta pensé colocarlo en esa esquina blanca de la habitación, justo a un lado de la ventana derecha. Me duele un poco tu silencio. Tal vez por eso hablo un poco más, y sonrío. Tengo miedo a perder eso también. Aunque nada me deleita de la gente.
Trato de engañarme en cavilaciones pretenciosas. Pero desde que te fuiste, no he tenido valor para tomar el asunto demasiado en serio. Sólo veo pasar el tiempo. Y otro día más se va tan rápido como el nuevo ha llegado. Me lleno de algo extraño, como un sentimiento donde puedo lograr no sentir nada. Ya recuerdo un poco eso. Sí, viene a mi memoria.
Lo único que quiero es lograr dormir tranquila. Sé que el mar está lejos. Hace tiempo se ha alejado también de mí la luna. Mis palabras se niegan a responderme. E incluso la eternidad parece ya no entenderme. O tal vez yo no le entiendo. Me siento en el balcón de un cuarto piso a contemplar la mañana. Definitivamente me haces falta. Pienso, te pienso.
A veces miro el tiempo que se ha marchitado. Que sólo me ha dejado un presente.
Intento tomar valor para repensar mis vuelos. Incluso trazo rutas indómitas en mi cielo. Me desafío. Es tu amor lo único que me convence: oscuro brebaje que hace años consumió mis fuerzas. Yo misma lo bebí voluntariamente, -“para ser inmune a tus peligros” ¿recuerdas?
Lo cierto es que la paz va naciendo con cada mañana que no estás. Me da miedo perderte completamente. Amanecer un día y sentir que se ha extinguido tu esencia. Ojalá supieras que muero por contemplarte lentamente. Sin decir nada. Sin tocarte. Sin abrir la puerta. Un solo instante bastaría para desmentirme, para hacerme saber si aún sigues conmigo.
Esta noche miro al tiempo que florece.
Paradoxa elemental.
Así es el tiempo y la vida y la luz.
Así es tu no-yo.
Así soy yo-sin-ti.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Compro un par de besos que me pertenecían

Te compro un beso.

Camino largo. Lloro en silencio.

En esta gran ciudad casi nadie parece percatarse de mí.

Sólo Tú me sigues los pasos y examinas, mientras mi corazón sangra y se resiste a entregarse completamente.

Camino largo. Pronto será de noche.

Por ello pido comprar un par de besos que has perdido, para no codiciarlos en cada beso que me mira e interroga.

Las luces más tenues iluminan la calle desierta.

Sólo un par de rosas con espinas.

Compro un par de besos que han surgido, quiero encontrarlos, hacerlos míos.

Me lastima la ausencia de tu dolor.

Canta en mi corazón algo llamado melancolía.

Y mi latir se posa en unos ojos claros.

Silencio.

Tu amor.

Despierto.

Ya sin ti puedo mirar el horizonte más nítidamente.

Compro los besos que me pertenecían, para no codiciarlos, indebidamente.

Compro tu amor, compro tu tiempo.

Compro tu espacio, tu decisión, tu aliento.

Tal vez no sepas otro lenguaje para el intercambio, por ello te compro, te pago cada recuerdo.

La ciudad parece cada vez más sola.

Pago por un poco de comprensión en las tardes vacías.

La habitación, silencio.

Mi tiempo, sin horas.

Sólo Tú me das un beso, sencillo, eterno.

Cada amanecer reacomodas mi alcoba.

Acaricias mi pelo mientras me recuerdas que aún existe esperanza.

Y quiero también comprender Tú amor.

El frío azul rompiendo como olas.

Y me quedo sin ti.

Con cada vez menos ansia de tenerte.

Cierro mi corazón.

Regresan los centinelas.

Cerrojos sin puertas.

Guitarras sin esquinas.

Organizo una fiesta de soledades.

Brindemos todos por esta nueva oportunidad en la vida.

Beberé de esta copa rota.

Al final, la vida será esta lluvia de fragmentos. Esta oscilación entre lo que me dices y aquello que no entiendo. Tu voz de eternidad rompiendo los siglos. Tu camino. Tú venda. Tu estigma.

Lo cierto es que me pesa mucho menos el equipaje.

La ciudad gris.

Lloro en silencio.

Estos besos que rondan me señalan, me asfixian.

Quisiera destrozarlos, huir o salir corriendo.

¿Por qué has permitido esta derrota?

Yo era tan feliz con sus mentiras.

Camino largo.

Muchos ya han muerto.

Regresa la noche.

Te compro un beso…