Bienvenidos

Bienvenidos a la realidad del mundo irreflexivo, bienvenidos a la orilla del mar nocturno con el que divago continuamente, bienvenidos al eterno nombre, a los sueños, a la luz, al tiempo. Bienvenidos...

sábado, 21 de marzo de 2009

Sobre la eternidad de las cosas

Miro el mar dentro de mí, su azul reflejo escapa por mis ojos e incendia cada cosa a mi paso. Así mis lágrimas me demuestran que hay una vida extraña, creciendo como el mar bajo la caricia de la luna, dentro de mi pecho.

Así como el mar estalla en sus cóleras marinas, mi conciencia ha comenzado a levantarse y a reventar frenéticamente contra las rocas, ha destruir todo a su paso, a consumir mi aliento, a derribar el alcázar que me protegía, a beber de un solo golpe sus paredes de mentira y traición, a naufragar mis naves de pecado y orgullo, a dejar el mar completo, neutro, sin nada más que un poniente inconcluso.

Siento alejarse de mí la tierra firme, incluso la firmeza de mi voz es menguada. Pienso en hundirme, llegar al fondo del mar de mi alma, perder el sentido de las cosas que antes había creído como verdades. Y acaso ahí, en el fondo de su azul reflejo, sin respirar, sin sentir, sin soñar, pueda encontrarme a mí misma.

No queda dentro de mí ningún vestigio de ser lo que solía, sólo el sol, que sigue besando la veste de mis mares, que sigue incendiando mi pecho cada poniente o cada vez que el cielo estalla en amaneceres. Pero qué queda dentro de mi mar, ¿algún barco víctima de mis naufragios?, ¿algo de vida?, ¿Dónde quedas tu, pequeña estrella de luz que sólo asoma bajo la protectora oscuridad nocturna? ¿A dónde viajas cada vez que este sol me deja al descubierto los daños que provocan en mí los huracanes de mi inexperta vida?

¿Dónde quedas tú, mientras el sol quema mis pupilas, mientras grito en este espacio tan grande y parece que nadie me escucha?

¿A dónde caminas -mi astro, mi guía, mi luz- cada vez que los muertos suben a la superficie de mis ojos?

¿Porqué me siento tan sola, en este lugar solitario, entre mi solitaria alma, encerrada en un mundo de soledades?

¿Acaso habrá alguien más aquí presenciando cada respiración mía?

Pero te intento escribir a ti, que me has enseñado muchas cosas, que me has hecho creer que puedo ser yo misma en este mundo donde todos son nadie, a ti que me hablas con voz dulce y tranquila, a ti, que me ofreces el agua afable de tus ojos para que no muera de sed. A ti que nunca me regalas flores porque comprendes mi condición marina, a ti, estrella que me has escogido y te he escogido entre toda la multitud celeste…

Dime porqué te pierdes, en donde te escondes, pues es en este preciso momento que te necesito, mientras el sol me señala cada trazo mal hecho en las arenas de mi historia, cada palabra mal usada, cada beso mal entregado, cada sonrisa egoísta, cada mal amanecer, cada minuto de ira.

Acaso quiero esconderme contigo. Y también disfrutar la oscuridad que te acompaña, y dejar de estar en este mundo de soledad, encerrada en mi misma, embebida en mi dulce infierno, en mi memoria. Acaso también el futuro se está trazando como un camino de fuego, donde las flores del dolor ya están abriendo el cáliz de sus pétalos y la sombra del paso de los árboles es venenosa para mi sonrisa. Acaso te alejes cuando emprenda la senda. Acaso me aleje yo misma…

Tengo que reconocer que te amo, que el dulce y afilado acento de tu voz me hace sentarme a contemplarte. Pequeño átomo de luz entre mi cosmogonía. Me agrada tu noche, me agrada el perfume que brota entre tus brazos, me agrada sentarme en cualquier lugar y sólo contemplarte y sentir que mis pupilas son benditas al tocarte, y no mirar nada más que tu rostro, no saber de todo lo que pasa afuera, sino confiar en que estaré segura contigo mientras el velo de la noche me sostiene.

Pero ¿Cuánto tiempo más durará la nítida esencia de esta noche en mi piel, si cada segundo va preparando en el firmamento el estallido del amanecer? ¿Qué hacer si te tengo sólo la mitad de mi vida, la mitad de mi senda, la mitad de mi sonrisa? ¿Qué hacer con mis manos que anhelan tocarte y nunca podrán hacerlo? ¿Qué hacer con los sueños, ángel mío, cuando llega la luz del sol a desmentirme de todo lo que miré en la penumbra nocturna?

Cuando comienza a levantarse el sol y el cielo se va ensangrentando, así también los pasos de mi alma se unen a la crucifixión inevitable de mi destino, allá al final del horizonte, allá al final de mis ojos, en lo profundo de mis insondables adentros, allá en mi misma.

Y la marea sube.
Y los vientos crecen en adversidades.
Y mi amor vacila mientras camino entre los escombros que me ocultó la noche.
Y mis pies están cansados de llevar tantas ataduras
Y mis ojos son cegados por el brillo del sol
Y mi alma tiene miedo de mirar
Y tengo sed de verdad
Y no te encuentro
Y te amo…

Creo hacer mi barca con tu voz
Pero pronto descubro que sólo hace ruido el viento.
Creo que encuentro la verdad dentro de mí
Luego llega un nuevo aire a desmentirme de las mentiras
Creo que te veo si siembro la mirada en el cielo
Pero es el sol un astro muy poderoso y me lastima cuando lo intento
Creo hallarte cada ocaso entre los escombros del día
Y siempre estás ahí, fulgurando, sonriendo, amando, hablándome lejano
Creo tocarte cada vez que extiendo el brazo, pidiéndote a gritos
Sin embargo, tu blanca luz nunca podrá ser contenida en la cuenca de mis manos

Es ahora la esperanza de encontrarte cada noche lo que no me hace desfallecer, es sólo la esperanza de sentir un poco de la brisa de tu noche lo que me hace no detenerme a descansar y no rendirme…

Sólo imagina lo que será de mi cuando caiga la noche y no te encuentre entre todas estas estrellas…

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