Bienvenidos

Bienvenidos a la realidad del mundo irreflexivo, bienvenidos a la orilla del mar nocturno con el que divago continuamente, bienvenidos al eterno nombre, a los sueños, a la luz, al tiempo. Bienvenidos...

miércoles, 20 de febrero de 2013

Ventanas vacías




En realidad no sé si esté preparada para regresar. Tengo miedo. Miedo de enfrentar aquello que dejé inconcluso. Miedo de mirar los senderos por donde andábamos silenciosamente.

He tratado con todas mis fuerzas de dominar estos pensamientos, y no deseo marchar de regreso al tiempo y por fin decirte –o gritarte– tantas cosas que quedaron en el viento suspendidas. Me siento entre avergonzada y confundida. Cometí tantos errores, y no hubo una tregua de paz, que me permitiera mirarte a los ojos después de la derrota.

Mi corazón tiembla y se derrite como agua en mis adentros. El camino se acaba. La decisión parece hoy más que ineludible. No quiero regresar a donde todo canta tu nombre, me duele tanto pensar aquellas cosas que creí destruidas. Confieso que pinté de infelicidad, violencia y dolor aquellos días de sol que me hicieron tan feliz.

Ahora sólo queda la desolación en ese huequito de ti, en esa herida de luz, en esas letras sin tiempo, y riveras de sal-azul. Esta tarde de invierno prefiero imaginar que no exististe, pero tu sombra es tan fuerte que opaca la dicha que con que hoy vivo.

No me quedará más remedio que buscarte. Y hablar con tu no-yo, de lo que sentiste tú, de lo que viviste tú, de lo que tu yo-sin-mi ha vivido en esta trayectoria de avenidas y callejones. Cada día se aproxima más mi regreso a esas tierras, un estallido de mar, una tormenta de arena, estampida de estrellas y cristales.

Más bien, tengo tanto temor de una sola cosa: volver a mirar las ventanas vacías.