Bienvenidos

Bienvenidos a la realidad del mundo irreflexivo, bienvenidos a la orilla del mar nocturno con el que divago continuamente, bienvenidos al eterno nombre, a los sueños, a la luz, al tiempo. Bienvenidos...

miércoles, 24 de marzo de 2010

Sonrisas, canciones, versos...


Quiero escribirte, a ti sombra que apenas te conozco, fiel espejo, amigo en la caverna.

¿Qué quedaría después de una purificación completa de nuestros espíritus, de nuestras almas, de nuestros entendimientos? ¿Qué quedaría cuando nada más existiera, cuando todo lo creado faltase? ¿Quién haría canciones? ¿Habría sonrisas? ¿Tendrían para ti versos?

Quiero escribirte hoy, fiel fuego revelador del espejismo, porque he meditado en tu naturaleza oscura y en la esencia también oscura de todo lo que nos rodea. Mira bien, cada cosa, cada persona, en realidad todo se ha convertido en nuestras mentes en una significación imaginaria, cuya evolución histórica la ha colocado bajo categorías específicas, con roles y un perfecto engranaje. ¡Vaya razón tuvo Comte o Durkheim! Observa… estamos en un perfecto ciclo, con la predecible puntualidad del engranaje de las manecillas del reloj.

Amada sombra, tal vez tú sí me comprendas, y entiendas mi rebeldía en esta hora. Mi rebeldía a los sistemas que biológicamente me condicionan a seguir la misma rutina cada noche, los mismos pasos cada fin de semana, las mismas inquietudes, los mismos caminos añejos, las mismas voces, tantas estrellas…

Yo creo que si apagáramos la voz, quedaríamos menos solos tú y yo, tal vez incluso hasta mejor nos comprendiéramos. Podría verte tal cual eres. Quiero decirte, amado, que el momento más glorioso de cuando te encuentro en mi camino es ese breve fulgor en tus ojos al despedirte, es ver partir tus pasos en silencio, es aprehender ese diminuto instante en que tu mano queda aún en el aire, después de estrechar la mía. Ahí, cuando nada tienes que decirme, más que tu amor, es cuando mejor te conozco, cuando mejor decodifico tus esperanzas, tu anhelo, tu pasión.

No quiero hacer una ontología del conocer, o del saber, o del significar. Simplemente medito en mi corazón aprisionado por las dudas, ardiendo en fuego consumidor de estructuras, de-construyendo la realidad. Medito en tus palabras de esta noche. Ambos pensamos que el pensamiento socializado es el que nos guía a pensar que estamos correctamente encaminados por este senderito verde y azul, llamado vida, sin embargo, tal vez los dos hemos olvidado las formas originales con que fuimos conocidos, porque fue hace ya demasiado tiempo, porque esa voz creadora se ha distorsionado a lo largo de tantas historias, bajo la teoría del rumor tal vez, y ahora lo único que nos llega es ese cliché aprisionado, esa naturaleza muerta, vívido fuego de fuerza convertido en las cenizas que se retrataron alguna vez en una descolorida pintura.

Me convierto ahora en lo que procuré creer que sería mi esencia, y quedo sola. En la oscuridad, también te encuentro, te reconozco, hay algo en tus ojos. Sin la palabra, como cuchillo para herir la realidad y proporcionarnos sólo sus migajas, te encuentro. Eres tú, como fuiste conocido, y soy yo, oscuramente. Comprendo ahora un poco que esa dialéctica ha sido superada, sé la razón, porque estamos en un proceso involutivo, en el cual decrecemos en esencia, en el cual perdemos cada día la vida, la percepción, la valentía, los sueños y también la aventura.

Ahora sé porqué cuando veo una pelea lloro, cuando hay problemas lloro, cuando tengo miedo y hay peligro me encierro en llanto. He de confesar que estudiar las guerras mundiales me han costado más que muchas horas de dedicación, también me han costado muchas lágrimas, mucho dolor en mi corazón. Observo todo, de-construyo… ¿Qué quedaría después de ese traje falso que la historia fabrica para sus personajes, contaminando su espíritu, su alma, su entendimiento? ¿Qué quedaría de cada personaje importante en esa historia, si solamente existiera, en la nada, y se viera frente a frente con todo lo creado, y de repente en la oscuridad se encuentre a su enemigo, y se observen, desnudos? ¿Harían canciones? ¿Habría sonrisas? ¿Elevarían versos?

¿Por qué hemos olvidado la esencia de ese fuego que fue depositado en nuestros corazones? ¿Por qué hemos olvidado al otro en nuestra carrera humana? Y observamos una pelea, y la conceptualizamos bajo la teoría del conflicto social, algo natural y sempiterno, a través de lo cual evolucionamos. ¡Qué tristes que pasemos ciegos frente al otro! Sobre todo, porque ese otro es el nosotros mismos, es nuestro espejo, es nuestra forma única de acceder al conocimiento de cómo fuimos conocidos. Tal vez por eso me importe mucho lo que otros sientan, aclaro, lo que sientan, no lo que digan… no es la forma, sino lo que se gesta en sus corazones a reacción de mis acciones, no es la banalidad de la imagen sino esa tormenta que provoca la decepción, la amargura, el dolor, la tristeza, la desesperación, la que me hace actuar.

¿Quiénes son ellos? ¿Quiénes son los otros? Son mi único espejo, en el cual el reflejo que busco observar es el amor, que es la medida del que me conoció primero. ¿Acaso no podremos desligarnos de lo que nos ha saturado los corazones, la vanidad, el lujo, la comodidad, las metas? En realidad la vida ya está contada, e incluso ya está escrita en un libro de vida eterna.

Cuando pueda al fin mi alma librarse de estos signos, y mi mente ser purificada con fuego, para dejar atrás todo lo que está demás en mi equipaje, para olvidar lo que me distrae de lo esencial, cuando por fin conozca como fui conocida, podré desatarme y salir caminando de esta caverna, apagar el fuego, disociar la imagen de las sombras, saludar a aquel que a mis espaldas se asomaba, y mis compañeros de la caverna, darán alabanza en lugar de pensar en mi muerte, y acabará el mito, y sólo quedaremos como en este momento, frente a frente, en medio de la oscuridad y en el silencio.

¿Habrá sonrisas?

¿Entonaremos canciones?

¿Elevaremos versos…?